Sahira Fontana y Géber García forman juntos un tándem de trabajo perfectamente sincronizado. Este versátil y complementario dúo -con más de 15 años de experiencia profesional- produce, fotografía y retoca imágenes de alta calidad. Sus clientes son tanto marcas (globales y locales), agencias creativas y equipos de marketing y comunicación, como personalidades en la industria editorial y de la moda; esto, sin mencionar una larga lista de etcéteras.
Mientras Sahira es una publicista egresada de la Universidad APEC, con un Máster en Fotografía Comercial Digital, de la Escuela Efti (España) en el 2006; Géber estudió Laboratorio Químico en la Universidad Santiago de Compostela y también cursó en el 2006 un Máster en Fotografía Comercial Digital en la Escuela Efti.
Ambos han coincidido en varios aspectos de su formación académica, en su amor por el arte y, ahora, en la coordinación de la carrera de Fotografía en Chavón La Escuela de Diseño. De hecho, ante la pregunta de por qué aceptaron este nuevo reto profesional, la respuesta resuena al unísono: «¡Por el valor de la imagen!».
Para ellos, la fotografía es una herramienta que les permite entender y valorar el mundo que les rodea; en tal sentido, conocen al dedillo cómo los jóvenes perciben el contexto y la realidad a través de esta. Por eso, entre el sinnúmero de expectivas que traen consigo frente a la carrera que van a liderar, rodeados de un excelente equipo de colegas docentes, está el hecho de que “CHAVÓN sea un referente de encuentro y diálogo en la cultura dominicana, donde se promueva el pensamiento crítico y la valoración de la fotografía como agente de cambio en nuestro entorno''.
Como dupla, planean aportar lo mejor de sí en su nueva gestión: Géber, la técnica y la creatividad; Sahira, la investigación y la producción, consolidando así la fortaleza de dos espíritus distintos, pero 100 % complementarios.
Trasladar su sinergia a las aulas chavoneras a través de la exploración y las prácticas de técnicas creativas inherentes a la realización de procesos fotográficos, con el oído siempre puesto en la voz del alumno y promoviendo una búsqueda intelectual a la hora de crear la obra, es algo que está entre sus ideales.
Sin dudas, ellos ofrecen una mirada versátil dentro de una escuela viva -como lo es Chavón- en aras de la apertura y la escucha de las necesidades del estudiantado, lo cual se traduce indefectiblemente en mejoras del programa de clases por y para el colectivo. Sahira y Gérber consideran a la familia chavonera como: «Una gran comunidad que forma construyendo en la mirada propia, con una visión entrelazada e interdisciplinaria que vela por la creación artística contemporánea, por las técnicas utilitarias del quehacer profesional en nuestra insularidad y por el reconocimiento forjado a través del camino recorrido por sus egresados».
Dado que ambos quemaron estas etapas, el mejor consejo que pueden dar a los futuros chavoneros es ser curiosos, tener sed de conocimientos, ampliar los referentes, buscar inspiración en su propio contexto y observar el mundo más cercano. También han de estar abiertos a las colaboraciones creativas, a construir sinergias y a entender que podrán salir a flote a través de la empatía y de ampliar sus círculos.
A propósito de círculos, Sahira y Gérber están claros de que educar es un incesante ejercicio de conexión y renovación; es decir, un constante dar y recibir, donde ya se vincularon y de donde -probablemente- no se desvinculen jamás.